11.Abr.2012 / 03:38 pm / Haga un comentario

Por Raúl Cazal

Napoleón Bravo dio los buenos días a Venezuela por el canal de televisión de la familia Cisneros (Venevisión) y anunció: «Tenemos nuevo Presidente». Eran apenas las 6 de la mañana del 12 de abril de 2002, hora en que empezaba su programa «24 horas».

Bravo estaba acompañado en el estudio de televisión por el alcalde del municipio Chacao para esa época, Leopoldo López; el presidente de la encuestadora Ceca, Víctor Manuel García; el contraalmirante (r) Carlos Molina Tamayo; entre otros que se iban incorporando al programa mientras se transmitía.

«Debo decirlo, gracias Venevisión, gracias RCTV», expresó García y lo interrumpe el conductor Bravo: «Yo voy a decir una cosa, y nosotros tenemos que decir, tanto Venevisión como RCTV: gracias Televen, gracias CMT, gracias Globovisión» y retoma la palabra nuevamente García –para que nadie quede fuera del agradecimiento por participar en el complot contra el gobierno de Chávez– y expresa: «Gracias medios de comunicación». Leopoldo López aprueba con la cabeza con el ceño fruncido.

Mientras en este programa de televisión revelaban cómo participaron los medios de comunicación en la preparación del golpe de Estado del 11 de abril, los ministros del Gobierno de Chávez, diputados de la Asamblea Nacional aliados a la Quinta República y quienes presidían los poderes públicos eran censurados por los medios de televisión y radio privados.

El entonces fiscal General de la República, Isaías Rodríguez, convocó a una rueda de prensa con el pretexto de anunciar su renuncia. Gracias a este artilugio consiguió que las cámaras y micrófonos se encendieran para transmitir un mensaje que los medios no esperaban.

«No hay ninguna duda que se ha violentado el Estado constitucional y que estamos ante una situación que no se puede calificar si no de golpe de Estado», denunció el Fiscal General y los canales de televisión lo sacaron del aire.

Tan sólo habían transcurrido cinco minutos de la rueda de prensa que luego fue parcialmente reseñada al día siguiente (13 de abril) por El Nacional como «ex fiscal general de la República».

Los medios habían acatado al pie de la letra el decreto de Pedro Carmona Estanga que destituía de sus «cargos ilegítimamente ocupados, al Presidente y demás Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, al Fiscal General de la República, al Contralor General de la República, al Defensor del Pueblo y a los miembros del Consejo Nacional Electoral».

Detuvieron al ministro de Interior y Justica, Ramón Rodríguez Chacín, y al diputado Tarek William Saab; pero antes promovieron el odio por los medios e hicieron una sentencia mediática de la culpabilidad de los muertos del 11 de abril.

«Si usted cree saber del paradero de algunos de ellos, colabore con las autoridades y ayúdenos a encontrarlos», solicitaba Eduardo Rodríguez por la pantalla de Venevisión como si fuera un llamado de «servicio público».

«Llamamos a varios medios –El Nacional, El Universal, Unión Radio…– para denunciar lo que estaba pasando. No me concedieron el más mínimo espacio. En unos pocos minutos la calle se llenó de gente con palos, con piedras, con cadenas. Vimos incluso vecinos que conocían a mis hijos y a mi esposa colaborando con los fascistas», relató Saab a los periodistas Rosa Miriam Elizalde y Luis Báez, autores del libro Chávez nuestro.

En Globovisión por error

El vicepresidente de la República, Diosdado Cabello, se desplazaba hacia el apartamento de unos amigos para refugiarse cuando escuchó por radio la noticia de su muerte y la de Freddy Bernal. Habló con María Gabriela, la hija del Presidente, y le dijo: «Mira, hay que mostrar al mundo lo que está pasando».

Cabello llamó el 12 de abril a Unión Radio y le grabaron la declaración, pero lo censuraron. Escribió a los principales periódicos y radios del país y sólo «El Universal hizo una ligera referencia, el 13, esbozando que [él] había mandado una nota a los periódicos donde decía que era el Presidente».

Hasta que apareció Cabello por Globovisión, pero por error. Había entrado en contacto con el corresponsal de CNN Otto Neustald que accedió a entrevistarlo el 13 de abril.

«Globovisión cometió el gravísimo error de encadenarse con la CNN. Ni soñaron que podía aparecer Diosdado Cabello por ahí, y casi toda Venezuela me escuchó diciendo que yo era el Presidente constitucional, que había habido un golpe de Estado, que Chávez estaba secuestrado, que temíamos por su vida y no sé cuánta vaina más», relató el Vicepresidente a Elizalde y Báez.

El entonces ministro de Educación, Cultura y Deportes, Aristóbulo Istúriz, no corrió con la misma suerte. Convocó a una rueda de prensa en su casa el 12 de abril y fueron periodistas nacionales y corresponsales extranjeros, pero antes se dirigió a Radio Caracas Televisión (RCTV) para solicitar que lo sacaran de una lista de «los más buscados» que transmitían a cada instante por ese canal.

Lo recibió Eladio Lares, presidente de RCTV, y le prometió que iban a suspender esa nota televisiva. Istúriz se retiró confiado a su apartamento para atender a los periodistas que había convocado antes del mediodía. No había cámaras, ni microondas para transmitir en vivo. Prendió el televisor y la nota de «los más buscados» donde aparece él seguía trasmitiéndose.

«Te jodieron, negro», le dijo una de las periodistas que organizó la rueda de prensa.

Unas cámaras estaban en la sede de la Disip, esperando que llegara detenido el diputado Saab.

«Todo ocurrió muy rápido, y sin embargo, estaban los camarógrafos. Me llevaron a la sede de la policía en El Helicoide, para entregarme a la Disip. Había un fiscal, lo que prueba que nada se improvisó. Cuando salí esposado, estaba la prensa aguardando en la sede de la policía política. Ahí vi una oportunidad y empecé a gritar que se estaba cometiendo un atropello a mis derechos humanos, que estábamos ante una dictadura, un golpe de Estado. Un periodista me dijo: ‘¿Usted va a renunciar»‘. ‘No, yo no voy a renunciar. El Presidente no ha renunciado’.»

La denuncia fue internacional

Los medios de comunicación nacionales habían dejado de transmitir las declaraciones de cualquier partidario de Chávez o movilización que estuviera a favor de la restitución de la Constitución.

María Gabriela, una de las hijas del presidente Chávez, volvió a vivir una experiencia similar 10 años después: Su padre otra vez estaba preso. Y se lo comentó cuando hablaron con él por teléfono el 12 de abril en la mañana.

Conversaron tan sólo tres minutos y su padre le dijo que «llamara a Fidel (Castro), que él era el único que podía hacer la denuncia internacional», relata María Gabriela en el libro Chávez nuestro.

Primero entró en contacto telefónico con Diosdado Cabello porque su teléfono como el de su hermana Rosa Virginia no tenían salida internacional para llamar a Castro. Luego se comunicó con la pizarra central del Palacio de Miraflores, con la suerte de que los de protocolo no habían sido despedidos y eran leales a su padre.

«Soy María Gabriela y necesito que llames a Fidel Castro, a Cuba», le dijo con claridad a quien le atendió y de inmediato la comunicaron con él.

A las 11 de la mañana del 12 de abril María Gabriela era entrevistada por Randy Alonso, conductor de «Mesa redonda» que transmite la televisión cubana, gracias a la mediación de Castro.

«Diosdado Cabello me ha pedido que se dé a conocer al mundo esta situación, y que se denuncie ante la Organización de Estados Americanos (OEA), ante el Grupo de los 77 y ante todos los organismos internacionales. Es una dictadura de extrema derecha lo que se está dando en el país y la quieren tapar con una supuesta renuncia. Están buscando a los simpatizantes del gobierno para detenerlos», declaró por la televisión cubana.

Cero chavismo

Los medios de comunicación privados habían silenciado las voces leales a Chávez y a quienes exigían que se respetara la Constitución Bolivariana. Caracas, como otras ciudades de Venezuela, fue testigo de la movilización del pueblo espontáneo el 13 de abril; pero las televisoras privadas sólo mostraban programas infantiles.

En sus pantallas no se mostró a la gente congregada en Fuerte Tiuna, que después se movilizó a pie hacia Miraflores. Tampoco a aquellos que llegaban de todas partes de la ciudad hacia el Palacio que querían ver al presidente Chávez, que pedían que regresara.

«La censura se implantó desde el viernes (12 de abril) en la mañana cuando se nos dice por primera vez que no estaba permitido que apareciera en pantalla, desde ese momento en adelante, ningún personero del chavismo. Cero chavismo», declaró el ex director de prensa de RCTV Andrés Izarra a los reporteros Kim Bartley y Donnacha O»Briain para el reportaje audiovisual «La revolución no será transmitida».

La señal del Estado Venezolana de Televisión (VTV) permanecía caída desde las 10 pm del 11 de abril. El para ese entonces presidente de Conatel, Jesse Chacón, trataba infructuosamente de levantar la señal aunque fuera de manera clandestina. Ésta se restableció el sábado 13 a las 8 de la noche, cuando el presidente de VTV, Jesús Romero Anselmi, y el fiscal Danilo Anderson, acompañados de productores de televisión, documentalistas y periodistas, retomaron las instalaciones del canal.

Los medios de comunicación privados tuvieron sus «15 minutos de fama» el 12 de abril de 2002. Pero después que Chávez retomó la presidencia continuaron con lo que venían haciendo.

 

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