22.Ago.2016 / 09:07 pm / Haga un comentario

Amigo y amiga

Tus manos.-

Te saludo con alegría y afecto. Para mí es un honor que nuestra vida coincida en nuestras luchas. Somos el producto de la amalgama popular construida por el Comandante Eterno Chávez bajo el proyecto bolivariano.

En medio de la batalla cotidiana, uso la palabra para reivindicar nuestra amistad. Espero no sorprenderte, aun cuando nos hayamos visto hace un par de minutos o cuando la distancia o el tiempo hayan hecho alguna avería. La amistad, para nosotros, es una reivindicación bolivariana y actúa como «un templo y un tribunal» para reencontrarnos siempre juntos, defendiendo con la vida nuestras ideas.

Nuestra amistad, personal y política, se alimenta en el espacio tiempo de las causas, por la independencia, el socialismo bolivariano, la libertad y la identidad chavista sembrada en nuestros corazones. No es una amistad inocua, neutral, ni de bajas pasiones. Nuestra amistad es un templo de causas revolucionarias, de tradición patriótica bolivariana, de combate por la verdad y por la permanencia del pueblo en el poder de la República Bolivariana de Venezuela. Eso nos ha quedado claro en la calle, en el trabajo, en la militancia, en la lucha de las ideas, en la tristeza y la alegría coincidentes. Nuestra amistad es también un tribunal a la deslealtad, la traición, los anti valores del capitalismo y la mala conseja imperialista. Por esta amistad te escribo. Hay necesidades que atraviesa la República y reclama de sus amigos mucha entereza, mucha verticalidad, sacrificio, estoicidad, mucha confianza en el horizonte y en el tiempo. Recordemos siempre a Bolívar cuando nos dice en el Manifiesto de Cartagena que «el soldado bisoño lo cree todo perdido cuando es derrotado la primera vez, porque la experiencia no le ha demostrado aún que con valor, habilidad y constancia se corrige la mala fortuna» ¡Que nuestros amigos jamás caigan por bisoños!

La realidad, percibida desde las colas y las consecuencias de esta guerra no convencional contra el pueblo, se nos hace confusa y adversa. Muchas veces parece sin esperanza ni soluciones. La guerra imperialista persigue acabar con la moral del pueblo para que nos demos por vencidos y entreguemos nuestro país en sus manos. Desde las consecuencias de esta crueldad es fácil demeritar de los esfuerzos de la dirección revolucionaria, echarle la culpa al estamento civil o militar que administra los recursos en disputa o acabar por decir que «esto se lo llevo quien lo trajo». Pero a los amigos nos toca otra tarea. Por más difícil que se ha vuelto la realidad nacional debemos poder verla desde su contexto, para identificar los conflictos de causa, para apuntar en la dirección correcta, para responder al enemigo real y no al aparente, para que triunfe la patria con nosotros. El egoísmo de esta etapa, o la vanidad de los análisis circunstanciales, es objeto de los que no tienen la voluntad de poder necesaria para superar los retos a los que hemos llegado. La política detrás de la realidad es lo que nos toca.

En la fuente de sabiduría, el pasado bolivariano, hay un cúmulo de experiencias vividas por nuestro pueblo que son necesarias traerlas de nuevo al frente. Hoy cuando el combate a la guerra no convencional ha sido declarada por el presidente Nicolás Maduro Moros y ha puesto a nuestro Ejercito Libertador al frente es necesario traer de nuevo a Bolívar y el Congreso de Angostura, que nos señale las causas fundamentales de nuestra lucha, que nos recuerde las condiciones existenciales de la libertad. Bolívar trae de nuevo la grandeza de nuestra nación y nos obliga a observar en la educación y el trabajo los procesos para construir una República que reclama existencia en medio de una guerra. La radicalidad de este tiempo es encontrarse de nuevo con los sentimientos más profundos del antiimperialismo bolivariano, la radicalidad de este tiempo es mantener la unión del frente revolucionario, elevar la causa a pesar de la bastedad económica a la que nos somete el imperialismo.

Chávez nos llevó por los caminos más difíciles defendiendo la causa revolucionaria. Su último acto de lealtad con nuestro pueblo, responsabilidad con la esperanza, fue investir a un hombre leal, honesto, humilde, trabajador, revolucionario como es Nicolás Maduro Moros, con la carga histórica de dirección de la revolución. Su persona necesita del apoyo de todos y todas para avanzar radicalmente en el mantenimiento de la vida y existencia de la Patria. Como nunca antes un presidente ha sido tan vilipendiado y agredido a escala global como Nicolás Maduro en los últimos tres años, su imagen es la piñata de los medios de comunicación del imperialismo y las oligarquías globales. Eso responde a que su permanencia en la conducción de nuestra gloriosa República Bolivariana significa la continuidad de la Revolución global.

Amiga y amigo mío, te recuerdo estas cosas para convocar tu amistad para el hermoso fin de defender la Patria, su proyecto y su Líder. ¡En esto hemos comprometido la vida, redundo en tus compromisos!

¡Esta guerra la ganara quien no quiebre su moral, quien no venda su espíritu al capitalismo, quien no se entregue al imperialismo norteamericano, quien no pacte la venta de la patria, quien no agreda la economía del pueblo en su comunidad, quien no se preste a las marramucias de la menuda guerra económica, quien no se despegue del pueblo, quien permanezca en la unión revolucionaria de las fuerzas patrióticas! Es una guerra esencialmente política, psicológica y solo triunfaremos con un pueblo consciente, unido, con una dirigencia lúcida a la que tú perteneces y de la que deseo que nunca te separes, tal como vas en la buena marcha de tu militancia.

Cuenta siempre conmigo, que la distancia circunstancial nunca nos pierda, que la cercanía tampoco nos separe.

Por ahora

César Trómpiz

Caracas 18/07/2016

 

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