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3.Dic.2010 / 04:34 am / Haga un comentario

Juventud Rebelde.- La poderosa pala mecánica trabaja en la compacta masa de lodo, de prácticamente un metro de altura, que ha tapiado puertas en la calles del poblado playero de Naiguatá, cuando a mediados de semana apenas llovizna a intervalos, anunciando ya que el Sol va a imponerse tras más de 10 días de inclementes, incesantes y torrenciales lluvias sobre casi todo el territorio venezolano.

Quizás aquí en Naiguatá, en La Guaira, en el sector Catamare de Catia la Mar, Las Tunitas, y otros barrios, poblaciones y ciudades del estado Vargas, se tembló más que en otros lugares, porque les acompaña el nefasto recuerdo de la terrible vaguada de 1999. Tampoco ahora era para menos.

El mar, justo al pie de la costa y de las playas, tiene color achocolatado. Está teñido por el fango que ha bajado desde el magnífico lomerío, dejado en roca viva en sus numerosas quebradas, porque los hilos persistentes y poderosos de agua arrastraron no solo la capa vegetal, sino también las piedras más pequeñas y hasta rocas de tamaño considerable que, a intervalos, cerraron o se llevaron la carretera, obligando a desvíos hechos sobre una mezcla de maleza y barro.

Pero Naiguatá trabaja para limpiarse de los desechos dejados por la naturaleza vengativa que toma en esta época del año el nombre de La Niña, malcriada y destructora en el fenómeno del cambio climático. Y al esfuerzo de las instituciones venezolanas, de los empleados de las alcaldías y la gobernación, de las entidades militares, de los voluntarios de la Juventud y el PSUV, y de los consejos comunales, se unen, solidarios, los cooperantes cubanos de las Misiones Sociales.

En el Centro de Diagnóstico Integral (CDI) de Naiguatá, conversando con los abnegados trabajadores de la salud, incorporados como siempre a la atención médica de la población y ahora con mayor énfasis en la prevención y la intensificación de las medidas higiénicas, nos recibe Tomás Griese, presidente de la Fundación Misiones Sociales en la Gobernación de Vargas. Nos confunde con su franela (pulóver) donde destaca una palabra de cuatro letras que también para él significa mucho: Cuba.

A escasos metros de donde la pala mecánica saca el lodo que cubre todavía la calle, pero que ha abierto como prioridad la vía hacia el centro médico, el joven venezolano habla de manera encomiable de los colaboradores de la Isla, «presentes en 34 de los 55 centros de emergencia abiertos hasta este momento en todo el estado Vargas, donde debemos tener ya entre 1 800 y 1 900 personas afectadas por los derrumbes de sus viviendas».

«En estas circunstancias adversas, sin duda alguna hay que destacar el papel de la Misión Médica, y de todas las demás: la deportiva, la de cultura, la educativa… En un momento de emergencia siempre en la primera línea están los cubanos», asegura enfáticamente Griese.

«Nuestra gran preocupación ahorita –ahora, como ustedes dicen- es el tema vivienda. Hemos tenido muchos derrumbes y ese es el problema a resolver, porque la ayuda inmediata a los damnificados se está solucionando en los refugios, donde tienen techo seguro, cama, alimento y la atención a su salud e incluso a su recreación.

«Es un trabajo conjunto, integrado, entre las instituciones de nuestro estado y los consejos comunales. Esta participación de la comunidad organizada para enfrentar las lluvias y resolver la situación por la que estamos pasando, ha sido fundamental», agrega el joven oriundo de la parroquia Caraballeda -«la más antigua de nuestro Vargas. Hace poco cumplimos 450 años»-, cuando compara el momento sombrío con la terrible tragedia que asoló a este territorio costero hace ya 11 años.

«El trabajo de limpieza de las quebradas de la montaña en las áreas pobladas (una necesidad aprendida de aquella nefasta experiencia) ha minimizado los efectos en las actuales circunstancias. La unidad cívico-militar de las instituciones nacionales, regionales, de las Fuerzas Armadas y de las comunidades ha sido importante».

Con los refugiados en mamo

En el Círculo Militar de Mamo, junto al poblado de Catamare, vimos en la práctica esa unidad cívico-militar de que hablaba Tomás Griese y también el porqué reconocía con tanto agradecimiento y cariño la labor de los colaboradores cubanos.

Allí, junto al mar, viven permanentemente 66 cooperantes médicos que laboran en los CDI y Servicios de Rehabilitación de la parroquia, pero hoy hay un grupo que labora en el refugio, porque el centro habitualmente dedicado al esparcimiento y la vida social recreativa de los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas, está ahora en función de quienes han sufrido las consecuencias de este diluvio que prácticamente comenzó en septiembre, alternando días de lluvia y otros de sol, pero que en las dos últimas semanas se hizo un permanente aluvión.

Desde el lunes comenzaron a llegar las primeras mujeres y niños cuando humildes viviendas del cerro en Catamare se vinieron abajo, porque las lluvias reblandecieron los «cimientos» de tierra. Estas familias están seguras en un amplio salón-restaurante transformado en dormitorio, descansan en las literas que se alinean con orden y pulcritud, mientras algunos de los más pequeñines corretean felices y otros más grandecitos patean la pelota de futbol bajo las instrucciones de uno de los cuatro cooperante cubanos de la Misión Barrio Adentro Deportivo que les lleva habilidades físicas y la fortaleza del cariño solidario.

«Excelente». Es la palabra que emplea el capitán de navío José Gregorio Gómez, director del Círculo convertido en centro para los evacuados, para evaluar el trabajo de los cubanos. «El apoyo de la hermana Cuba es excelente y estamos totalmente agradecidos de un país que siempre ha apoyado a Latinoamérica y al mundo.

«Estamos agradecidos a los Comandantes Fidel y Raúl, enfatiza, y a un pueblo humanitario; así son las revoluciones, así nació la cubana y así estamos naciendo nosotros», agregó el joven militar.

En el centro de evacuación de Mamo han censado a 116 familias, 494 venezolanos albergados, a los que se les da alojamiento, comida, se conocen sus necesidades y pérdidas, y reciben los servicios médicos.  «Les estamos brindando total apoyo en circunstancias tan difíciles, dice el militar, por instrucción de nuestro Comandante en Jefe el presidente Hugo Chávez Frías. Las FANB estamos abocadas a prestar todo el apoyo al pueblo venezolano, todo el requerimiento que necesite».

Educando en medio del infortunio

Kimberly Alvarado solo tiene 14 años, pero desde hace siete semanas lleva en su seno una vida nueva. Junto a Yessica Blanco, de 22 años, son dos de las tres jóvenes embarazadas refugiadas en este centro de evacuados, y escucha con atención las explicaciones que con ternura y una enorme pedagogía les brinda la enfermera obstetra.

La licenciada cienfueguera Bertha Raquel Hernández tiene 42 años de ejercicio de la profesión, paseó su amor solidario por Angola desde 1979 a 1981 y desde hace cuatro años y medio lo hace en Venezuela, donde hasta hace un semestre atendía a las parturientas y su prole en La Fría, estado Táchira. Pero sus amplios conocimientos y quehacer humano eran necesarios en Vargas y aquí está, como parte de la Misión Niño Jesús.

A Kimberly y a Yessica les hablaba en ese momento de la maternidad y la paternidad responsable y de la importancia de la lactancia materna. Se asegura que sus explicaciones sean bien recibidas y entendidas. Mientras, junto a ella otras cooperantes censan a otras jóvenes del barrio Catamare que cargan a sus pequeños hijos.

El día transcurre tranquilo, las necesidades más perentorias son cubiertas, y estas 160 familias pueden dormir en paz, con la grande y única preocupación de sus casas. Si en la tarde-noche pudieron escuchar al presidente Chávez, respirarán confiadas. Él exhortó a los damnificados alojados en refugios de Caracas –pero hablaba para todo el país- a tener paciencia y a esperar los planes de viviendas que estarán listos a la brevedad, ya sean los proyectos de construcción o la compra de inmuebles para los afectados.

Puso nombre al propósito de justicia: «Plan Chávez, porque yo pongo mi nombre y mi vida por delante de este plan, yo respondo por este plan»: es una la aspiración, que cuando salgan de los refugios emergentes, «salgan a su vivienda, casas dignas y permanentes».

Sin embargo, el show se monta en el Paseo La Marina, frente a las casas destruidas, por algunos que pernoctan en pequeñas tiendas de campaña, como si a unos pocos metros no estuviera el centro militar esperándolos con los brazos abiertos, tal y como ocurre en decenas de refugios de emergencia. Algún equipo de televisión revolotea como zamuro en busca de carroña, y el periódico El Universal, por ejemplo, habla así: «En Catamare prefieren dormir en la calle que ir a un albergue». La oposición juega y medra con los sufrimientos de un pueblo y, además, le miente.

Pero la verdad está ahí. Hasta el momento, el Gobierno Bolivariano ha habilitado 319 refugios en todo el país, en los que hay registradas 71 849 personas. Nadie está quedando desamparado.

Y una vez más, los cubanos tienden la mano amiga y cumplen con su deber. Con las lluvias y tras las lluvias, en Vargas, como en toda Venezuela, el trabajo anuncia Sol.

 

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