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17.Dic.2009 / 12:57 pm / Haga un comentario

Prensa Web La Radio del Sur/ Telesur/ YVKE.- Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, conmemorarán este jueves 17 de diciembre los 179 años de la muerte del prócer que condujo los ejércitos que consiguieron la Independencia de esos países del yugo del imperio español, El Libertador Simón Bolívar.

Al mediodía de aquel 17 de diciembre de 1830 todos los habitantes de la ciudad colombiana de Santa Marta esperaban la muerte del enfermo Libertador, quien luchaba contra una penosa enfermedad en la quinta de San Pedro Alejandrino. Ya se había corrido la mala noticia de que el ilustre prócer agonizaba.

Ese día, a las 13:03 horas de Colombia se detuvo el reloj para el Padre de cinco Patrias y, con su fallecimiento, quedó inconcluso el magnífico proyecto de consolidar una América unida.

Su muerte coincidió con la disgregación de su gran proyecto de unión americana, la Gran Colombia, formada por la entonces Nueva Granada, Venezuela y Quito, lo que va a ser después Ecuador.

Tras una pausa de casi dos siglos, el pensamiento de El Libertador, vuelve a hacerse presente en todos los procesos de cambios sociales que vive Suramérica en naciones como Bolivia, Ecuador y Venezuela.

Esa conciencia de Bolívar permanece viva en la actualidad, porque éstas tres naciones luchan aún, ahora con mucha más determinación, para conseguir su libertad plena como pueblos, en una batalla diaria contra el imperialismo y su arma más potente, el capital.

Conmemoración

Para conmemorar la muerte de Bolívar, en Venezuela se estableció en Gaceta Oficial un duelo Nacional desde las 6:00 hasta las 18:00 horas locales (10:30 a 22:30 GMT); período de tiempo en el que se mantendrá izada la Bandera Nacional a media asta en todos los edificios sedes de entes gubernamentales y empresas privados, dependencias militares, buques de la armada y viviendas particulares.

Además, durante toda la jornada permanecerán abiertos los Museos Históricos nacionales tales como: El Panteón Nacional, la Casa Natal de El Libertador, Museo Bolivariano, la Cuadra Bolívar y el Salón Elíptico del Palacio Federal Legislativo, ubicados en Caracas, la ciudad capital venezolana.

De igual manera, podrán ser visitados por el público la Casa Histórica de San Mateo e Ingenio Bolívar, en el central estado Aragua, y el Monumento Campo Carabobo, en el estado Carabobo (centro).

Entretanto, en Colombia, con muestras de arte e historia en la Quinta de San Pedro Alejandrino de Santa Marta, se recordará la última mora del Libertador.

A los actos conmemorativos en Santa Marta asistirá el cónsul de Venezuela en Barranquilla, Nelson Barros, quien disertará sobre la hermandad y fraternidad cultural histórica entre los dos países, cuyas Independencias fueron conseguidas por Bolívar.

Luego de actos protocolares que se realizarán en el Altar de la Patria, ubicado en el interior de la Quinta, se dará apertura a una exposición en la que se exhibirán las obras de un colectivo de artistas colombianos que mostrarán sus destrezas en pintura, escultura e instalación.

Además se hará la presentación del libro Crónicas de la Independencia, del escritor e historiador barranquillero Jaime Horta Díaz, que consta de 25 capítulos con perfiles contemporáneos de los próceres de la independencia americana.

Su vida y obra

Simón Bolívar (1783-1830), militar y político suramericano, se convirtió desde 1813 en el máximo conductor de la revolución, que en su época, culminó con la independencia de Suramérica, por lo que es conocido como el Libertador y padre de la patria

Este hombre nacido en Caracas-Venezuela, el 24 de julio de 1783, en el seno de una familia de ricos criollos, los Bolívar y Ponte-Palacios y Blanco. Estudió de manera no convencional con maestros como Andrés Bello y Simón Rodríguez, pero fue éste quien en su etapa caraqueña contribuyó en más alto grado a forjar la personalidad del Libertador.

Hace, exactamente, 179 años Bolívar desapareció físicamente dejando su legado el cual se ha extendido en diversos ámbitos de la vida cotidiana. Bolívar dejó el mundo terrenal el día 17 de diciembre de 1830, agobiado por las contrariedades, sofocado por las contradicciones políticas y herido de muerte por los sucesos de Venezuela, Ecuador y Bogotá.

La historia señala que su muerte la produjo la tuberculosis, pero sus allegados gritaron hasta la saciedad que sus enemigos, con sus actos, manipulaciones y mentiras afectaron su salud hasta llevarlo a donde se encuentra hoy. El Libertador señaló en su última proclama, que ha sido víctima de sus perseguidores y los perdona.

Para toda Latinoamérica, su voz es mensaje y su figura es prototipo de las aspiraciones generosas. Los pueblos que liberó su espada, conservan la esperanza de que sus hombres revivan el espíritu de Simón Bolívar y completen su obra.

Su última proclama, firmada el día 10 de diciembre de 1830, después de haber recibido los auxilios espirituales de un sacerdote, es un elocuente testimonio de su grandeza, de su desprendimiento y de la rectitud de su espíritu. Es, también, y sobre todo, un legado donde señala rumbos hacia el futuro.

El Libertador sabía que iba a morir, se preparó dejando un mensaje inolvidable en el que sus últimos deseos los expresaba y el sacrificio de su existencia lo ofrecía, para recomendar el mantenimiento de la unión de la Gran Colombia.

Dos meses antes de su desaparición física, Venezuela le había cerrado sus puertas, acusándolo de traidor y asesino. Su Caracas le estaba prohibida, su esfuerzo inútil, como el arado en el mar, y la gloria por la que había luchado tanto tiempo se hallaba mancillada por hombres que no entendían la grandeza de su pensamiento ni las verdaderas intenciones de formar una gran patria que se opusiera a las grandes naciones que se levantaban con aires de dominación en el Norte del continente, y esto lo lograban reprimiendo al pueblo.

Le acusaban de querer perpetuarse en el poder al sugerir un presidente vitalicio y un senado hereditario. Le señalaban como seguidor de Napoleón Bonaparte en su deseo de coronarse emperador y, de uno y otro lado, se levantaban voces descontentas que debían ser acalladas por las armas.

De la Convención de Ocaña conoció el poder de sus opositores y de sus ideas políticas, contrarias a las suyas. Muchos de sus seguidores se habían pasado al bando contrario. Páez, a quien ascendió a general en jefe en plena Batalla de Carabobo; Francisco Bermúdez, a quien llamó el libertador del Libertador; todos le habían traicionado. Y lo que apresuró y aceleró su debilidad fue las noticias de Venezuela donde le aseguraban que sus minas de Aroa, aquellas en las cuales basaba su esperanza de vivir dignamente en Europa, serían expropiadas por el Gobierno venezolano.

Al llegar a Santa Marta, el 1° de diciembre, el padre de la patria no podía ya moverse por sí solo. Se encontraba en una silla de manos en la que era trasladado hasta la casa del consulado español o tribunal de comercio, como se le conocía para aquel entonces.

Inmediatamente se buscó al médico Próspero Reverend, quien lo describió de la siguiente manera: «Cuerpo muy flaco y estenuado (sic); el semblante adolorido, y una inquietud de ánimo constante. La voz ronca, una tos profunda con esputos viscosos y de color verdoso. El pulso igual, pero comprimido. La digestión laboriosa. Las diferentes impresiones del paciente indicaban padecimientos morales. Finalmente, la enfermedad de S.E. me pareció ser de las más graves, y mi primera impresión fue que tenía los pulmones dañados».

El doctor Jorge B.M Night, médico de la corbeta norteamericana Grampus, atracada en ese muelle por unos días, le observó con detenimiento y diagnosticó «catarro pulmonar crónico, convertido en tuberculosis pulmonar». Este diagnóstico, sumado al de Reverend, determinaron que al padre de la patria le quedaban pocos días de vida.

Nueve días después se apreciaron mejorías en el paciente, al punto de que pidió un notario para dictar su última proclama y su testamento. Caminó por los jardines de la casa y conversó largamente con su médico y con civiles y militares que le acompañaban.

El día 17, a tempranas horas de la mañana, sus síntomas se agravaron y a las diez, en el penúltimo boletín del médico tratante, se pierden todas las esperanzas de mantenerle con vida. A la una de la tarde, aproximadamente, sus signos vitales desaparecen, y se procedió a realizar la autopsia.

Restos del Libertador

La voluntad de Bolívar, plasmada en su testamento, elaborado el 10 de diciembre de 1830 en San Pedro Alejandrino, pedía que sus restos sean enterrados en Caracas, tuvo que esperar doce años para que se cumpliera su deseo. Los restos, inhumados solemnemente en la catedral de Santa Marta, fueron trasladados a la catedral de Caracas en 1842, en apoteosis presidida por el general Páez y narrada en párrafos neoclásicos por Fermín Toro. De la catedral pasaron, en el gobierno de Guzmán Blanco, al Panteón Nacional, un templo donde predomina la afirmación de su grandeza. En medio de su increíble actividad, la soledad de su espíritu se resentía de la falta de un verdadero amor.

 

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