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13.Abr.2014 / 04:03 pm / Haga un comentario

11y13abrilcollage-Prensa AVN.- Hace 12 años, en una gesta inédita, el presidente Hugo Chávez retornó al poder, tras haberse consumado, por 48 horas, un golpe de Estado contra su gobierno. La unión cívico-militar con conciencia patriótica fue la clave para la derrota de la contrarrevolución el 13 de abril de 2002.

Ese año comenzó con ataques al gobierno de Chávez. Saboteos y una feroz campaña mediática fueron utilizadas como bandera los meses previos a ese 13A. El desequilibrio informativo, las falsedades y la distorsión de las informaciones marcaron, día tras días, las pautas en las corporaciones mediáticas.

La antesala de ese abril de batalla fueron dos paros patronales, como maniobra de la derecha venezolana para derrocar al Presidente: el primero fue convocado, por 24 horas, para el 2 de diciembre de 2001 en protesta por la aprobación de 49 leyes mediante Habilitante meses antes. El segundo, para el 9 de abril de 2002, que derivó en la asonada golpista. En ambas invitaciones estuvieron involucradas la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras) y la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV).

La derecha y sus aliados externos no se resignaban a perder el poder. Tampoco otorgaban reconocimiento al Presidente de la República, quien había conquistado la jefatura del Estado el seis de diciembre de 1998 con el respaldo popular de 3. 673. 685 electores que significaron el 56,20% del sufragio.

 El Golpe

Para el 11 de abril, dos días después del segundo paro patronal, se había convocado a la clase media y a la media alta a una marcha que comenzaría en la entrada del Parque del Este, en la avenida Francisco de Miranda, hasta la sede de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), en Chuao.

Esa acción fue concebida y pensada para la ruptura del hilo constitucional. «Ni un paso atrás» se coreaba durante la movilización, consigna sostenida desde un mes antes por los medios de comunicación.

Una vez llegada a Pdvsa-Chuao, la marcha fue desviada hacia el Palacio de Miraflores, aproximadamente a las 11:30 de la mañana. Sin saberlo, quienes acudieron a la cita se encontraron con una emboscada: funcionarios de la Policía Metropolitana (PM) y francotiradores ubicados en las azoteas de algunos edificios en la avenida Baralt se apostaban para generar las víctimas que justificarían el golpe. El saldo: 19 muertos y 100 heridos.

En Miraflores se concentraba una multitud que manifestaba su respaldo a Chávez. En los alrededores del Palacio también había, desde primera horas de la mañana, agrupaciones en apoyo a su líder socialista.

A las 10:28 de la mañana de ese día ya se había grabado un video donde varios militares se pronunciaban contra francotiradores y en repudio a unas muertes que efectivamente no se habían producido. Los asesinatos se registraron en horas de la tarde, una vez que la avanzada opositora intentó llegar al Palacio, después del mediodía.

A las 3:45 pm el presidente se dirige al país en cadena de radio y televisión, atribución ejecutiva saboteada por los propietarios de televisoras que, como cómplices, dividen la pantalla en dos partes iguales para alternar junto a la alocusión presidencial el desarrollo de hechos violentos en las calles.

Posteriormente, en la fase final del golpe, el Alto Mando Militar declara su insurrección. Venezolana de Televisión sale del aire, por orden del copeyano Enrique Mendoza, entonces gobernador de Miranda.

Al amanecer del viernes 12 de abril se le miente al país: una supuesta renuncia del presidente de la República es leída por los opositores. El pueblo, que se mantiene firme y leal a su líder, sale a la calle para pedir explicación. Chávez había sido secuestrado. Los medios siguen posicionando las mentiras como verdades.

El Comandante fue incomunicado y la angustia del pueblo creció en la misma medida de la negativa ante su supuesta renuncia.

A las 5:30 de la tarde, Pedro Carmona Estanga, presidente de la patronal Fedecámaras, se autojuramenta como «presidente de transición». Un nuevo gobierno, que según el mismo Carmona, había «nacido limpiamente de los venezolanos». Comenzó así la última de las dictaduras instauradas en nuestro país. Sólo duraría 44 horas.

En cuestión de minutos se destituyeron de los cargos a los diputados principales y suplentes de la Asamblea Nacional, así como el presidente y demás magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, el Fiscal, el Contralor y el Defensor del Pueblo, y los miembros del Consejo Nacional Electoral.

«Por amplio mandato que recibiéramos del bravo pueblo venezolano, que constituyó más que un referéndum, asumimos, con sentido claro de la confianza y del apoyo de todos los sectores, este compromiso», recalcó con descaro desde Miraflores, el usurpador Carmona quien estaba en Miraflores, sitio al que más tarde el pueblo llegaría para pedir a Chávez de vuelta.

Comenzó así la censura férrea impuesta por los medios privados, acompañada de una ola de represión y vejación. Insólitamente y quebrantando acuerdos internacionales, Henrique Capriles Radonski asaltó a la embajada de Cuba ubicada en Baruta, municipio bajo su mando.

Una verdad, una esperanza

Los medios comunitarios y algunos medios internacionales con ética jugaron un papel importante para difundir cuanto ocurría. A algunos miembros del Gobierno revolucionario se les brinda la oportunidad de declarar y a decir la verdad: Chávez no ha renunciado.

«Yo, Hugo Chávez Frías, venezolano, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, declaro: No he renunciado al poder legítimo que el pueblo me dió. ¡¡Para siempre!!. Hugo Chávez», expresaba el Jefe de Estado en un trozo de papel que secretamente el 13 de abril fue sacado de la base naval de Turiamo por Juan Bautista Rodríguez, cabo de la Guardia Nacional que con aquel gesto de valentía patriótica se ganó su puesto en la historia. Aquella pequeña pero importante misiva fue escrita momentos antes de ser trasladado a la isla La Orchila, desde donde los tiranos pretendían sacarlo forzosamente del país.

El mensaje de la nota logró llegar a sus ministros y a su pueblo, vigorizando la esperanza de restituir la voluntad soberana y la esperanza del retorno del barinés al poder.

Con las consignas «Chávez, amigo, el pueblo está contigo» y «Chávez no renunció, lo tienen secuestrado», el pueblo bajó de los barrios populares para llenar las calles de forma voluntaria. El silencio mediático, por su parte, se mantenía frente al gran colectivo nacional que exigía ver a Chávez.

El Palacio de Miraflores, nuevamente, se llena de una multitud. Alrededor de un millón y medio de personas exigía respeto a la Constitución y el regreso de Chávez. La Guardia de Honor se suma al pueblo y comienzan un plan de rescate de las instalaciones del Palacio. Los golpista salen del lugar apresurados.

Plan pulverizado

Ya retomado Miraflores y con el pueblo en las calles informado de que Chávez no había renunciado, con los ministros y personas de confianza de Chávez dentro del Palacio, se juramenta al entonces vicepresidente de la República, Diosdado Cabello, como Presidente provisional ante la falta temporal. El acto se realizó a las 10:00 de la noche del 13 de abril.

Se da la primera orden de rescate de Chávez. Tres comandos, en helicóptero, salen a buscarlo a La Orchila.

A las 2:50 del aquel domingo 14 de abril llega a la plataforma de aterrizaje de Miraflores un helicóptero. La celebración del pueblo civil apostado en los alrededores de Miraflores y el pueblo uniformado llenó el lugar. ¡ Volvió, volvió, volvió, volvió!, gritaban con algarabía.

Chávez, con su puño en alto y con su singular sonrisa, entra al Palacio. Lágrimas de alegría le daban la bienvenida. Se construyó así una nueva página de la historia venezolana.

«Quiero hacer un llamado, y esto es quizás lo más importante que voy a decir hoy, yo, pues, he estado incomunicado las últimas horas y no tenía ninguna información, tenía una angustia muy grande. Y lo primero y lo más importante que digo a todos los venezolano es que vuelvan a sus casas, que vuelva la calma», dijo.

«Ustedes venezolanos, ustedes venezolanas que me adversan, pues, adversenme. Yo no puedo, trataré de hacerlos cambiar ¡ojalá!, pero ustedes no pueden adversar esta Constitución. Tienen que reconocer todo esto. No se dejen envenenar, no permitan que los envenenen, con tantas cosas, con tantas mentiras», recalcó Chávez, desde el Salón Ayacucho.

El retorno de Chávez al poder y la pulverización del golpe y de la breve dictadura sin duda, emergió de la conciencia democrática de la unión cívico-militar que hoy ha permitido la derrota de los intentos y de las pretensiones del golpe continuado por parte de la extrema derecha, ahora contra el presidente Nicolás Maduro.

Esa noche del 13 y la madrugada del 14 abril de 2002 evidencia la esencia de la Constitución: dentro de ella todo, fuera de ella nada. El pueblo civil y el uniformado está decidido a hacerla respetar.

 

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