3.Feb.2010 / 10:03 am / Haga un comentario

Todo proceso de industrialización y de avance significativo de las fuerzas productivas ha venido acompañado de un evidente proceso totalitario en la dinámica social y política de las distintas sociedades en que se ha dado este salto económico; desde los Estados Unidos hasta China, pasando por la Unión Soviética y Japón, han dado o dieron, grandes saltos industriales con la ayuda de un fuerte proceso disciplinario en todos los ámbitos de la vida social, abarcando en muchas ocasiones la persecución política y el control absoluto por parte de órganos oficiales de la sociedad.

Por ejemplo, la vinculación existente entre el fordismo y el mccarthysmo en la primera mitad del siglo XX fue notable en los Estados Unidos; el primero, que introduce la cadena de montaje en le proceso productivo, y la separación entre concepción y ejecución en el proceso de producción, división social del trabajo en palabras de Marx (unos piensan y otros hacen), homogeneizar el ritmo de trabajo, evitar que los obreros pudieran ejercer el control, y a la vez, aumentar extraordinariamente los niveles de producción, en resumen, el fordismo transformó el puesto de trabajo en un conjunto de tareas predefinidas que el obrero repetía mecánicamente. Pero esta mecanización del trabajo, vino acompañada de toda una estrategia política que fue fiel expresión del fordismo, pero en el ámbito social, el mccarthysmo, recibiendo dicho nombre por el senador católico McCarthy quien se fijó como objetivo el perseguir la incursión comunista en Estados Unidos, con lo que se vivió todo un período inquisitorial desde 1938 con el Comité de Actividades Antiamericanas. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, fue convertida en una Comisión permanente de la Cámara de Representantes. La Guerra Fría dotaría a esta Comisión de un objetivo claro: la represión del comunismo en Estados Unidos.

El senador católico elevó el nivel de los acusados cuando intentó acusar al prestigioso general Marshall, y ya en el mandato de Eisenhower, al secretario del ejército. Los métodos de McCarthy, cuyo principio fundamental era que cada ciudadano norteamericano señalara a 10 posibles sospechosos de actividades comunistas terminaron por desacreditarlo y fue destituido en 1954, aunque todavía continuó con menor ritmo la actividad del Comité durante algunos años. De esta forma, se confeccionaron listas negras. La publicada por el Congreso en 1952 incluía 342 nombres de «antiamericanos», a los que no se debía proporcionar trabajo en ninguna actividad.

McCarthy instó a que se constituyeran en las ciudades comités y grupos de vigilancia privados. Miles de personas perdieron sus trabajos, se negó el pasaporte a los sospechosos de comunismo y procesó a numerosos residentes extranjeros. uno de los casos más connotados fue la acusación del famoso actor Charles Chaplin, quién a pesar de negar fehacientemente participación alguna en cualquier actividad comunista o cosa que se le parezca, fue llamado a declarar de todas formas, decidiendo por lo tanto no regresar nunca más a los EEUU; las empresas, oficinas federales, industrias y hasta la Casa Blanca fueron victimas de esta «casería de brujas», el fordismo necesitaba disciplina no cuestionable y el mccarthysmo se lo otorgó.

En el lado opuesto, tanto geográficamente como «ideológicamente», el proceso de industrialización de la Unión Soviética, que genera un salto histórico nunca antes visto, de un modelo económico feudal a una economía industrializada tuvo costes sociales que debemos estudiar para no repetir dichos errores, la planificación económica a través de planes quinquenales, donde todo era fielmente coordinado y armonizado, desde la producción de acero, como la generación eléctrica y hasta la construcción, le otorgaron a la economía soviética la capacidad de poder dar el salto histórico de la edad media a la era nuclear en tan sólo 40 años; pero no podemos negar que el control por parte de la nomenclatura soviética sobre los trabajadores y sobre la sociedad en general fue conculcante de muchas libertades; un hecho que afectó directamente a los trabajadores fue el del voto público, creado para controlar a los contrarios de la Revolución mediante la presión de la opinión pública de los obreros y, sobre todo, de su vanguardia. Pero dicho mecanismo de presión degeneró a través de la burocracia, en el partido contra las masas, y en los sindicatos contra todos los obreros. Dándose situaciones en una serie de regiones, donde las masas partidarias sabían, que a la cabeza de algún Comité Regional del partido o del propio Comité Ejecutivo regional de los soviets había aventureros, elementos desleales, futuros traidores; lo sabían y sin embargo guardaban silencio, por las consecuencias que podía tener, denunciar públicamente a un miembro de la burocracia soviética o a algún miembro del Buró. Es por ello que el mismo Trotsky señala «en una situación semejante, el voto secreto es la primera condición necesaria para el restablecimiento de la democracia en el partido».

Lamentablemente en la Unión Soviética la división social del trabajo fue sustituida por la división técnica del trabajo condicionada por la relación entre el partido y el Estado; la industrialización soviética necesitaba un gran contingente de homogeneización de mano de obra y este se consiguió a través de un atento control por parte de la nomenclatura.

Otro proceso de industrialización que sigue generando asombro y vino acompañado de un férreo sistema de control tanto en lo laboral como en otros ámbitos de la dinámica social, es el del Gran Dragón Chino, aún manteniendo un gran sector agrícola en su estructura económica, China ha pasado a ser la gran manufacturera del mundo, luego de ser uno de los países más atrasados del orbe, con un sistema semifeudal, se ha convertido en la segunda economía más grande del mundo, su gran capacidad productiva se debe en muchos casos a lo barato de la mano de obra y a la incapacidad de los trabajadores de poder organizarse de manera autónoma frente a los espacios oficiales.

La principal estrategia de este desarrollo industrial Chino se ha generado bajo el muy cuestionable modelo de las maquilas que responde a un sistema de segregación de las diferentes fases del proceso de producción que permite la realización de partes de este proceso por diferentes empresas en distintos países, aprovechando así las ventajas comparativas que éstos ofrecen, disminuyendo los costes de producción y por lo tanto pudiendo vender a un mejor precios que la competencia.

Japón ha sido también protagonista de lo que muchos han llamado un «milagro económico»; este milagro económico japonés, hizo que este país asiático, devastado por la Segunda Guerra Mundial y ocupado luego (y aún) por fuerzas norteamericanas, pasara de la destrucción a ser por mucho años la segunda potencia económica del mundo, superada hace poco por China; pero este salto realizado en tan sólo algunas décadas.

Este sistema de producción japones, el toyotismo, que debe su nombre a la empresa que comienza con este nuevo modelo, la Toyota, impulsado y ayudado por la crisis del modelo fordista, que buscaba masificar la producción para incrementar la oferta y por ende el consumo y de esa forma la demanda, y a continuación generar más producción, (lo que se llamó el circulo virtuoso de la economía), entró en una crisis de sobreproducción luego que la demanda disminuyera frente a la producción.

El toyotismo resolvió el inconveniente del fordismo eliminando la producción más allá de la demanda, por lo que sólo se produce según se solicite el producto, prescindiendo de ésa forma de los costos de almacenamiento y de mantenimiento; además, este modelo de producción japones, se nutre de otras características como: flexibilidad laboral y alta rotación en los puestos de trabajo/roles, estímulos sociales a través del fomento del trabajo en equipo y la identificación transclase entre jefe-subalterno; sistema «just in time» (justo a tiempo); que revaloriza la relación entre el tiempo de producción y la circulación de la mercancía a través de la lógica de menor control del obrero en la cadena productiva y un aceleramiento de la demanda y reducción de costos de planta permite traspasar esa baja al consumidor y aumentar progresivamente el consumo en las distintas clases sociales, en resumen el toyotismo tiene dos pilares fundamentales, el primero, la innovación en la gestión del trabajo en los talleres, y el segundo, los mecanismo de control interno, que pasan desde la producción hasta la organización de los trabajadores,

Pero el toyotismo es en realidad un desarrollo empresario que comienza en Japón con despidos masivos, represión y destrucción de sindicatos. El surgimiento de esta forma de producción no sólo responde a una búsqueda empresaria de mayores ganancias y productividad, sino también al intento de debilitar y someter a los trabajadores; se buscó, y logró, destruir un sindicalismo organizado y combativo. La derrota del sindicato en la Toyota, en 1950, con miles de despidos fue la primer derrota del sindicalismo combativo en Japón. En 1952 y 1953 se producen nuevas derrotas, que incluyen cierres empresariales (Nissan), y represión. Luego de la desestructuración del sindicalismo, las empresas crearon lo que hoy constituye uno de los rasgos principales del movimiento obrero japonés: los sindicatos por empresa (o mejor dicho, sindicato de la empresa); incluso la Toyota disuelve el sindicato que la misma empresa había creado y lo sustituye por uno nuevo por la «la falta de colaboración del anterior». La campaña del nuevo sindicato se hizo a través del lema «proteger nuestra empresa para defender la vida.»

Hasta ahora el binomio explotación económica y dominación política, ha sido la mejor estrategia para el capitalismo (tanto en su vertiente burguesa como burocrática) para mantener siempre el control metabólico sobre la sociedad; hasta ahora todo proceso de desarrollo de las fuerzas productivas ha venido acompañado por un proceso de estandarización y homogeneización de todas las relaciones sociales en la sociedad, convirtiéndonos en sólo cuerpos disciplinados, dóciles y útiles frente al capital y su lógica reproductiva.

Por ello uno de los retos más urgentes de la Revolución Socialista es la de generar un modelo productivo que vaya más allá de los valores cristianos de solidaridad, compañerismo y hermandad, necesarios pero insuficientes para construir el socialismo, es por esto, que si realmente queremos dar vida a un nuevo modelo económico y un nuevo proceso civilizatorio debemos discutir sobre cómo y qué debemos producir, bajo cuales parámetros deben ser organizadas las unidades productivas, cuales son nuestras necesidades que podemos satisfacer en primera instancia con los medios de producción con que contamos en la actualidad, cómo será el proceso de distribución de excedentes de una unidad productiva, cuál será el proceso de protección social de los trabajadores, cuál será la vinculación socio-productiva con las comunas y además quienes y cómo se toman las decisiones.

Si en el capitalismo, industrialización y totalitarismo, han caminado juntas de la mano, en el socialismo serán la libertad y la industrialización, las que descansaran a la sombra de los hombres y mujeres trabajadoras.

Herick Goicoechea

herickgoico@gmail.com

 

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