La universidad autónoma venezolana se ha caracterizado por beneficiar a los sectores más favorecidos de la sociedad. A pesar de que esas universidades son financiadas con el trabajo del pueblo, éstas les han dado la espalda a sus hijos. La política de ingreso ha sido profundamente injusta, y como resultado tenemos que el 80% de sus estudiantes provengan de los instituciones educativas privadas, a pesar de que el 80% del total de los bachilleres de este país se gradúa en el sistema público.
La lucha por el ingreso justo a las universidades es una batalla histórica del movimiento estudiantil de educación media, lucha que ha costado muchas vidas, estudiantes violentamente reprimidos, presos y desaparecidos durante los gobiernos de la cuarta república. Las movilizaciones de la población flotante y de los comités de bachilleres sin cupo eran una constante durante la década de los 90. Sólo la llegada de la revolución permitió pasar de 300 mil estudiantes universitarios a 2,5 millones de estudiantes y no ver más nunca una movilización de bachilleres sin cupo, sin embargo quedan en nuestro país algunas universidades que persisten en la negación a abrir sus puertas al pueblo.
Universidades autónomas que se aferran a sus oscuros negocios en cuanto al manejo de las pruebas internas y hacen todo lo posible para que los sectores populares no entren al alma mater. Quienes las controlan tienen bien claro que perderían el control político de esos espacios, pues el comportamiento electoral y político sería coherente con el del resto de la sociedad.
El movimiento estudiantil liceísta ha iniciado una campaña nacional denominada «patea la prueba interna» que tiene por objeto generar conciencia sobre estos aberrantes procesos de exclusión, que algunas universidades, dando mal uso a su autonomía, siguen imponiendo el cierre de las puertas a los hijos de los humildes. No podemos permitir que esto continúe ocurriendo, pateemos la prueba interna.
@HectoRodriguez
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